martes, 16 de junio de 2009

Juan Larrea, Celedonio Otaño en Fuenterrabía

Juan Larrea, Celedonio Otaño en Fuenterrabía

Su oposición a la dictadura de Pérez Jiménez le empujará a instalarse en Nicaragua. Allí encontraría a unos campesinos que enterraban cerámicas que llamaron poderosamente la atención de Cele. Descubriría en aquellos vertederos una verdadera fábrica de cerámica precolombina catalogada como Nicoya. Otaño, tras el análisis de miles de piezas diligentemente estudiadas y reproducidas en miles de fichas, se convertiría en algo mas que un arqueólogo aficionado. Sostiene Otaño que estamos ante la verdadera Grecia de América y llega a una conclusión: los indios nicaragüenses poseían su propia escritura, una escritura musical, mediante la cual se trasmitían sus atávicas tradiciones y conocimientos. Un diseño que canta y habla. El arte gráfico: caricatura, pintura y grabado constituyen el fundamento de la obra de Otaño, pero por tradición familiar cultiva también una gran afición a la música y el estudio de la escritura precolombina-musical sintetiza el encuentro de ambas pasiones artísticas culminando su experiencia vital desarrollada entre dos continentes.

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